Me llamo Blanca y tengo Fibrosis Quística desde que nací. Cuando me dijeron a los 32 años que no podía seguir trabajando, el palo fue tremendo. Me encantaba mi trabajo, había dedicado mucho esfuerzo en mis estudios para poder dedicarme profesionalmente a algo que siempre fue mi vocación.
Algo así sumado a la entrada en lista para un trasplante bipulmonar, acaban por sumirte en una sensación de no saber en qué va a deparar tu vida siendo tan joven. Una vez trasplantada, y por consejo de los médicos, me apunté al gimnasio, más por obligación que por ganas. Y algo de cierto debe de haber en eso que cuentan de que crea adicción, porque desde hace 7 años, no he dejado de entrenar fuerza, subir montañas, correr, hacer paddel surf… nunca de manera competitiva, pero sí poniendo a prueba mi cuerpo y mi mente
Ha pasado el tiempo y gracias a este tipo de vida, la vida activa, he logrado muchas cosas con respecto a mi salud, como controlar mi diabetes sin necesidad de insulina (con el deporte he conseguido mantener a raya mis niveles de azúcar), la capacidad de mis nuevos pulmones está ya a más del 100%, muscularmente trabajo 2-3 días a la semana, ya que la importante ingesta de medicamentos dificulta el desarrollo de la masa muscular.
Y con respecto a mi vida, gracias al deporte, he hecho grandes amistades con las que comparto grandes momentos y grandes retos. Me siento bien, me siento saludable, mi autoestima ha subido y, sobre todo, me siento útil cuando gente con Fibrosis Quística me dice que ha comenzado a hacer deporte y a tener una vida activa al ver lo que yo voy consiguiendo.
Desde luego, SOY DONANTE DE GANAS.